Se levantó del sofá. Rebuscó en los bolsillos de su roida bata un encendedor y con los dedos rotos del que no ha conseguido atrapar sus sueños sostuvó temblando un cigarillo torcido. Al tercer intento consiguió prender el extremo, aspiró hondo y miró a la terraza, pero sólo vió su reflejo y una extraña luz. Salió al estrecho balcón descalzo. A lo lejos por fin vió una salida, detrás de toda esa oscuridad había una salida, era esperanzador.Cómo si algún angel despistado hubiera dejado abierta la escotilla del cielo, como si este apestoso mundo fueran los sumideros y se hubieran olvidado de colocar el tapón.
Hace 1 año
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