Cuando lo contemplé supe que era mediocre. Me sentí sucio y haraposo. Miré a mi alrededor y observé la ropa amontonada en el suelo, los platos apilados en el fregadero, las pelusas bailando como walkirias de un lado para otro. Escoria, un deshecho de la suerte. Se asomaba como un gusano saliendo de mi cuerpo en descomposición. Calor, respiración lenta, las verdades me sacudían bofetadas. Era tan mediocre que no tenía amigos, apenas me quedaba alguien que pudiera guardar algún buen recuerdo de mi paso a través de su vida. Pura inutilidad. Quería acabar con todo, y lo hubiese hecho, pero soy incapaz, así que me puse el zapato y marché a trabajar.
Hace 1 año
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