3/6/09

Texto

Un paso, dos pasos, tres pasos. Tras recorrer la distancia exacta de su puerta hacia su cama se dejó caer girando su cuerpo en el aire de tal manera que su espalda recibiera el impacto amortiguado de su colchón. Su techo, infinitamente recorrido por sus ojos en horas de ensoñaciones presentaba una grieta nueva. Incapaz de alcanzarlas con los dedos se dedicaba a seguirlas con la vista en una especie de laberinto visual donde siempre se perdía. Su móvil permanecía mudo desde hace meses. Se habían cansado de buscarla. Ya volverá, pronunció en alto, repitiendo las palabras que estaba pronunciando su padre a tres ciudades de distancia.

1 comentario:

Cyllan dijo...

Inquietante.
Se respira una soledad que me da miedo.