Pocos días después de la tormenta a Mrs Cleypton le empezó a doler terriblemente el vientre. Si hubieramos sabido en su momento que iba a ser contagioso la habriamos matado a golpes entre todos y después la habriamos enterrado lejos de la cueva. Pero a petición de Mr Douglas decidimos dar un paso más en lo que el llamaba civilizarse y le asignamos la mejor pared y las mejores pieles para taparse. También se le concedieron dos mujeres, Mrs Purple y Mrs Rose para que vigilaran su comodidad y avisaran si la permanencia en la cueva de Mrs Cleypton podría suponer un problema para los demás, provocando, lo que Mr Douglas denominaba, un comportamiento primitivo. Después de tres lunas cortas y una larga Mrs Cleypton murió por si sola. Una vez más Mr Douglas decidió dar un paso más en lo que el bautizó como revolución científica y se propuso intentar descubrir por qué los dolores de Mrs Cleypton no habían desaparecido a pesar de las infusiones de miel, leche y orin de ciervo que había estado tomando. Puesto que el dolor se había concentrado en el vientre decidieron abrirselo y observar que había dentro. Tras una serie de incisiones realizadas con una punta de silex bien afilada lograron sacar una especia de gusano cuya longitud podría ser equivalente a cinco lanzas y media. Tras una reunión en torno al fuego sagrado se decidió comprobar si Mrs Rose y Mrs Purple habían sido contagiadas. A Mrs Rose se le cercernó el vientre mientras dormía y se encontró un ejemplar similar al de Mrs Cleypton. Mrs Purple no estuvo tampoco muy dispuesta a colaborar y tuvimos que sujetarla entre varios. Tras confirmar la presencia del gusano en las dos mujeres decidimos extender la comprobación al resto de personas que habían tenido contacto con ellas obteniendo el mismo resultado. Todos tenían el gusano y todos morían tras la extirpación del mismo. Por consejo de Mr Douglas capturamos a hombres, mujeres y niños de distintas tribus de nuestro alrededor observando la presencia inequívoca del mismo ser en sus vientres. Los pocos que quedabamos decidimos aplastar el craneo de Mr Douglas poco despúes de decir que aquel suceso constituía sin duda el primer error diagnóstico de la historia de la humanidad. Lo más terrible es que encontramos también un gusano gigante en su vientre.
Hace 1 año
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