4/4/09

Las 7

Un viejo teclado. Las letras ahogadas por el uso desaparecen abandonando su identidad. Teclea por inercia ante una pantalla desde donde se puede ver el fin del mundo. Cada mapa, cada estrella, cada barrio. Sus ojos ya no vigilan sus dedos. Los deja hacer. Escribe palabras, puntos, nexos, escritura semiautómatica. Un extraño simio golpea su pecho. La necesidad de escribir, de acunarse entre oraciones que le narcoticen la existencia, el estar aqui mientras tú, tú, sin saber donde estás no estás. Quieto en silencio, como un cazador furtivo espera que alguna palabra consiga aunar en su sentido todos los sinsentidos que quiere desahogar. Siente los ojos húmedos y lloraría por el hecho de llorar, como abre sus pulmones por el pudor que le da interrumpir ese ritmo. La tarde avanza arrastrando con su ancla a todos los demás...

No hay comentarios: