El propio sueño no le dejaba dormir, así que deambulaba quieto en su lado de la cama, sobre aquellas sábanas empapadas de placer efímero que se evaporaba de su recuerdo como el frío de una mano al remover unas brasas. Los cuerpos se soportan en el tiempo masticó en su mente, mientras echaba un vistazo al cúmulo de tejidos y huesos desparramados a su lado que se habían dejado vencer por el cansancio. La miró detenidamente con la misma inercia con la que acudía a su puesto de trabajo a pesar de sus estudios, con las mismas ganas con las que se instaló en su casa de menos de cuarenta metros cuadrados, con la misma ilusión que se compró su primer coche de tercera mano. En el amor las cosas no fueron diferentes.
Hace 1 año
No hay comentarios:
Publicar un comentario