5/5/12

Lack of time

Cerró la puerta tras de sí. Un ruido seco, afilado como una navaja precintada, sonó levemente y de manera ensordecedora para algún vecino. En el mundo que se abría ante sus ojos se encontraba una cama, una escritorio y dos lámparas. Una de ellas, la que daba luz aún, seguía con el precio puesto, la otra estropeada, daba oscuridad tanto encendida como apagada. Se sentó sobre la cama con las manos en la cara, como si quisiese deformarse el rostro hasta convertirse en el monstruo que llevaba dentro. Musitó dos palabras, un te quiero insípido sin cara ni cuerpo. La necesidad de decirlo le avergonzaba. Le asesinaba por dentro. Se echó para atrás bruscamente, buscando el impacto contra el colchón. Miró al techo buscando algo, un abrazo, compañía. Le entraron las ganas de después del sexo, cuando desnudo repasas la espalda y conviertes la carne en cariño. Pensó en llamar pero era un trámite muy largo, así que se puso a imaginar. De las tenues arrugas de sus sábanas surgieron pechos, vaginas y hombros que mordisquear. El calor de su huésped era tan agradable que esbozó una sonrisa para la nada. Te quiero tanto le dijo, tanto que no puedo evitar esperarte.